Fue construida en 1837 y refaccionada a principio del siglo XX por el célebre pintor Pedro Subercaseaux Errázuriz. Declarada como Monumento Histórico el año 1986, puesto que es fiel reflejo de la arquitectura colonial del Chile central.
Por este lugar, aparte del monje benedictino Subercaseaux, pasaron otros célebres religiosos chilenos como Santa Teresa de Los Andes y San Alberto Hurtado. La Parroquia de la Candelaria, construida por Manuel Beltrán, cura de la vecina localidad de Lo Abarca, quien la edificó en adobe y techo de totora, en la suave colina ubicada frente a la rada de Los Lances, sobre el camino tropero que entonces llevaba desde Valparaíso a San Antonio.
Situada sobre una explanada que mira al Norponiente, sus puertas de doble hoja se abren al mar. Sus espesos muros sostienen una techumbre de vigas de roble. El techo está cubierto por tejas de greda hechas a mano. El cielo interior es de coligües, los que se prolongan en los pasillos y corredores que rodean la estructura. En los corredores se pueden admirar los pilotes de roble, los que se conservan en buen estado, pese a los vientos y la salinidad marina cercana. El piso en su totalidad es de madera, otorgándole a la capilla el estilo colonial de la arquitectura rural de Chile central.
Su interior es sencillo, sobre el altar de un moderado barroquismo, se encuentra la venerada imagen de la Virgen de La Candelaria, de tez y manos esmaltadas de suave tono oscuro, con cabello natural, corona de plata y con vestiduras de seda, ella fue la patrona de los reales ejércitos españoles y objeto de devoción popular, hasta la actualidad. Junto a la imagen de la virgen, se puede ver un hermoso crucifijo tallado en madera de la misma época, que, pese a los años, muestra una gran factura.
En el año 1915, ante el gran deterioro de la techumbre, un joven artista, con la ayuda de los pobladores, logró elaborar las tejas a mano y cocerlas en un horno especialmente construido para este fin. Además, pudo construir el actual campanario a cuatro faldones. Este joven llegó a ser el insigne pintor y luego monje benedictino, Pedro Subercaseaux, a quien Chile debe magníficos cuadros y murales de inspiración patriota.